Fiesta en el Calderón que volvió a coronar a su príncipe Diego Costa y a elevar a los cielos a Tomas Ujfalusi, el exrojiblanco que no se perdió la goleada del equipo de su corazón. Y todo ello pese a producirse altercados en los prolegómenos del partido con los Yomus, la peña más radical del Valencia.
Antes de que comenzase el Atlético de Madrid-Valencia, con triunfo local por 3-0, el grupo más radical de aficionados ché, los Yomus, arrasaron el bar del Frente Atlético en un grave altercado que por suerte no tuvo consecuencias fatales. La policía les acabó impidiendo su entrada al campo para evitar males mayores, por lo que la zona reservada para la afición rival quedó prácticamente desierta. Pero el nombre propio del duelo entre dos grandes del fútbol fue el de Tomas Ujfalusi, exjugador del Atlético de Madrid y que en sus tres temporadas dejó una huella imborrable en la parroquia colchonera.

El jugador checo, una vez retirado del fútbol, no dejó pasar la invitación rojiblanca para sentarse en el palco del Vicente Calderón y comprobar con orgullo como ese carisma y garra de la que él había sido ejemplo en sus años como colchonero recorre cada uno de los once jugadores que mueren por este Atlético de Madrid. Y ese espíritu es el que ha calado en los huesos de jugadores como Diego Costa, auténtico dios rojiblanco que se deja el alma en cada carrera, lo mismo que el bravo futbolista checo hizo en las tres campañas que vistió la rojiblanca donde levantó una Europa League y una Supercopa.

El Frente Atlético desplegó en mitad del partido una pancarta en agradecimiento a su ídolo que rezaba “Ujfalusi, siempre uno de los nuestros”, pero que no pudo finalmente ovacionar a su héroe que, seguramente aconsejado por las fuerzas de seguridad, se quedó titubeando en el palco al término del partido, sin saber si acercarse a aplaudir a la sección más animosa de la que fuera su hinchada. Ujfalusi, que aseguró que "estoy feliz porque corren mi nombre, aquí jugué mis los mejores años de mi carrera", fue vitoreado varias veces durante un partido en el que la hinchada rojiblanca se fue contenta a casa aunque con cierto regusto agridulce por no poder ver a su ídolo sobre el césped y quedarse a un solo gol de alcanzar el liderato.
