Los blancos solo han perdido un partido con Mourinho, pero ha bastado para desvelar uno de los vicios en los que el club está incurriendo esta temporada: el excesivo celo a la hora de preservar a los jugadores de la prensa y las manifestaciones públicas.
Un club que quiera ser grande debe serlo en la victoria y en la derrota: el Madrid, desde que ha llegado Mourinho, solo ha caído en el partido ante el Barça, pero sus consecuencias, cara a la proyección de los protagonistas ante la prensa, han sido más que significativas. Tras el 5-0, Mou advirtió en los vestuarios que no habría declaraciones post-partido.
El único jugador que pasó por los micrófonos tras el pitido final fue Xabi Alonso, quien habló sobre el césped antes de que el entrenador luso diera la orden de silenciar a los suyos. El tolosarra, todavía noqueado por el resultado, apenas dejó un par de frases, que a la postre serían las únicas que saldrían de un jugador blanco una vez terminado el encuentro.
La anécdota principal se vivió en el viaje de vuelta a Madrid, cuando algunos periodistas que viajaban con la expedición blanca intentaron tomar imágenes de los jugadores entrando en el avión, visiblemente afectados. Un miembro del departamento de prensa del equipo se levantó visiblemente molesto y les recriminó que no podían grabar en el avión, algo que en el viaje de ida sí habían permitido.
No es la primera vez que el Madrid, con Mourinho de entrenador, recurre a la ley del silencio. Tras ser expulsado en Copa ante el Murcia, el Madrid anuló las ruedas de prensa de Aitor Karanka (segundo entrenador) previa a los dos partidos, guardando el plano mediático única y exclusivamente al ex preparador del Inter de Milán.
Diarrà, ¿rebelión a bordo?
Otro añadido que se suma a la polémica por el hermetismo cara a la prensa, han sido las imágenes captadas por Canal + en las que se muestra a Mahamadou Diarra manteniendo una conversación con Mourinho a tres minutos del final, ya con 4-0 en el marcador. El malí se dirige a Mou muy serio y gesticulando, en lo que se ha interpretado como una negación a saltar al terreno de juego.
Sin embargo, la actitud relajada y condescendiente del entrenador para con su futbolista parece quitar peso a esa teoría. Sea como fuere, no parece el momento indicado para que ningún jugador de la plantilla se amotine.
OPINA: ¿Hace bien el Madrid silenciando a sus futbolistas?