Dos testarazos del portugués salvan al Madrid ante el Valladolid y permiten a los blancos retrasar el alirón del Barcelona al menos hasta el miércoles
Dos cabezazos impecables de Cristiano rescataron al Real Madrid de un partido alocado, que el Valladolid aceptó jugarse a la ruleta rusa con los blancos. Mal asunto con el Madrid de por medio y más con un futbolista como Cristiano, que ayer volvió tras desaparecer por lesión de las semifinales de la Liga de Campeones. Destacó también Kaká ante un Valladolid que mostró tanta valentía de medio campo hacia arriba como endeblez defensiva.
Cristiano Ronaldo volvió a ser el mejor argumento al que el madridismo puede aferrarse tras una temporada convulsa, llena de altibajos que, pese a lo que parezca, aún no ha terminado. Queda la final de Copa, y el luso evidenció que jugó mermado ante el Dortmund. En Alemania, es posible, y seguro que en Madrid. Una vez recuperado, volvió a ofrecer su habitual repertorio de remates con las dos piernas, libres directos -uno suave, rozando el palo, y otro con su violencia y efecto habituales, que repelió el larguero- y, sobre todo, su remate de cabeza. Primero, peinó un buen centro de Di María para hacer el 2-1, y cerró el partido con el 4-2 tras una 'delicatessen' servida desde la esquina por Mesut Özil.
Aunque hubo más aparte de los goles de Cristiano. Primero, un Valladolid bien plantado, valiente, como le gusta a Mirko Djukic, con jugadores capaces de buscar las cosquillas a una defensa con Nacho de '2' y Carvalho de vuelta a la faena. Un error del veterano defensa portugués permitió a Óscar plantarse solo ante Diego López y engañarle. Amagó con el centro, pero le coló el 0-1 entre las piernas. El Madrid no tardó en reaccionar, porque el partido fue cualquier caso menos un nudo táctico. Hubo autopistas hasta ambas áreas. En la del Madrid se movieron bien Ebert, Javi Guerra y Omar, y en la visitante brillaron Benzema y Kaká, aparte del de siempre. El francés y el brasileño aportaron claridad a los ataques de su equipo, que abusó del juego por dentro, como en la apertura a banda del ex del Lyon que permitió a Di María el disparo que, tras tocar en Marc Valiente, supuso el 1-1.
Luego llegó el primer testarazo del luso y la vuelta al carrusel del Valladolid, gracias a Guerra. El partido salía casi a ocasión por jugada. Tras el descanso, el Madrid sumó tres en dos minutos, y halló el premio a través de Kaká. De sus antiguas virtudes, la única que el brasileño parece conservar intacta es el gol. Ha hecho muchos de blanco para lo poco que ha jugado. Poco relevantes, pero una cantidad nada despreciable.
Mourinho movió el banquillo mediado el segundo tiempo. Salió Xabi Alonso y, sobre todo, Özil. El alemán, quizá el gran damnificado del doble duelo ante el Borussia, se mostró fresco y despreocupado. Como si nada. Finísimo en el toque, puso en la cabeza de Cristiano el balón del 4-2 y participó en todas las acciones destacables de su equipo hasta el final del partido. Desenlace al que el Valladolid, fiel a su espíritu aventurero, dotó de emoción gracias a un buen gol de Sastre. No sacaron más los pucelanos de Chamartín por la cabezonería de Cristiano, empeñado en no tirar a la basura una temporada más en el Madrid.
