Los goles de Pedro y Soldado en el primer tiempo fueron distancia más que suficiente para que los tres primeros puntos ya estén asegurados. Y dentro de la consideración generalizada de que el espectáculo que dieron los españoles fue brillantísimo, de lo mejor visto tras la final de la Eurocopa contra Italia.
El rondo definitivo, el rondo pernambucano. Eso fue España desde el pitido inicial de Nishimura, en un ejercicio emotivo de posesión sin fin y recuperación en cuestión segundos con un mínimo de tres jugadores implicados. Fue España un torrente (que no Torrente) que desbordó casi como quiso a Uruguay, expuesto a la riada.
La metamorfosis de Cesc
Soldado tuvo la primera a los cinco minutos, al no llegar a un centro pasado de Jordi Alba. Otros cinco tardó en España en llegar hasta Muslera, ahora en un remate raso del falso nueve, Cesc, por ese carril del gol pero desde el borde del área. Lo de Fàbregas, por cierto, es la metamorfosis y no lo de Kafka. Insulso y poco efectivo en el Barça, espléndido y súper práctico en España, su caso ejemplifica la labor sorda pero impresionante del seleccionador, capaz de estos milagros.
La siguiente ocasión tardó seis minutos en cocinarse en el horno gourmet de España. Pero mereció la pena. Porque Iniesta al borde del área tiene tanto peligro... Apuró Muslera para evitar el primero, no así cuando Pedro la enganchó a los 20 y desvió fatalmente Lugano: 1-0.
Era tal la superioridad de España que Casillas lo veía como quería, sin agobios. Sólo una salida para adelantarse a Cavani con la zurda y una parada simple cuando el evangelista peinó una vez. Ese bagaje ofensivo de Uruguay se construyó sobre la media hora (indicio de que podía quedar más partido del previsto) aunque ya nada más se supo cuando Soldado comenzó a sentenciar con el 2-0. Piqué tuvo el tercero (38’), pero su disparo al saque de un córner lo sacó Muslera por instinto básico.
Uruguay desesperada
En la segunda parte, tras el 77% de posesión que no supo frenar Uruguay ni con su habitual dureza,España siguió a lo suyo ante un rival impotente, desesperado. Y es que el fútbol de España (amén de nunca visto) es de otro ritmo, con otra marcha, a la que quizás no llegan aquellos que no sean de Barça o Madrid por falta de costumbre. Como Soldado, de nuevo tarde a un pase de gol, ahora de Pedro.
Fue la continuación del partido otra exhibición en toda regla de La Roja, con un Iniesta superlativo (si marca a los 53 minutos tras sus pasos de ballet desbanca a Nureyev) y Del Bosque encantado de mantener la tensión de los suyos sin dejarse llevar por el hastío de tantos meses de competición.
Porque España fue como su camiseta, diseñada con el pico amarillo como para llevar una medalla. La que no merecieron Cavani ni Luis Suárez, aunque el gol de libre directo redima al segundo de las antípodas en que se encontraban de sus millonarias tasaciones, daños colaterales de lo que significa jugar contra alguien mejor.
Lo único que oscurece el futuro de la Selección ahora es la cábala, la que dice que España es campeona cuando empieza pinchando. Y no fue así sino todo lo contrario. Así que…
-LA FICHA DEL PARTIDO:
2. España: Casillas; Arbeloa, Ramos, Piqué, Alba; Busquets, Xavi (Javi Martínez, 76’), Iniesta; Pedro (Mata, 81'), Soldado y Cesc (Cazorla, 65’).
1. Uruguay: Muslera; Maxi Pereira, Lugano, Godín, Cáceres; Pérez (Forlán, 69’), Gargano (Lodeiro, 63’), Rodríguez; Ramírez (González, 46'); Suárez y Cavani.
Goles: 1-0. M. 20: Pedro. 2-0, M. 32: Soldado. 2-1. M. 88: Luis Suárez.
Árbitro: Nishimura, de Japón. Mostró amarilla a Cavani (27’), Piqué (36'), Lugano (41’) y Arbeloa (71').
Incidencias: Arena Pernambuco de Recife. No se llenó. 41.705 aficionados en un ambiente festivo.