Pero es imposible sentirse bien por su salida de los Boston Celtics y su paso a Los Ángeles Clippers.
El problema es que nadie está equivocado en esta decisión. No hay nadie a quien “culpar”. “Pero el resultado es difícil de aceptar.
El negocio, que se concretó en principio el domingo en la noche, le permitirá a Rivers dejar su contrato de cinco años y 35 millones de dólares que le restaba con los Celtics para marcharse a los Clippers. L.A. enviará en compensación a Boston una elección de primera ronda en el draft de 2015. Rivers tendrá un contrato por tres años y por 21 millones dólares con los Clippers, un compromiso acordado por ambas partes.
Una fuente indicó que Rivers podrá interferir mucho más sobre las decisiones de baloncesto con los Clippers que cuando estaba en Boston, donde tenía una buena relación con el gerente general de los Celtics, Danny Ainge. No obstante, Ainge era quien tenía la palabra final.
El acuerdo puso fin a una saga de rumores que duró más de una semana y que, en ocasiones, eclipsó las Finales de la NBA recientemente concluidas. La creciente angustia de Rivers acerca de si quería o no permanecer en Boston, encajaba con la necesidad de los Clippers en contratar a un entrenador de primera plana para mantener feliz al estelar agente libre Chris Paul.
“Todo el mundo quería que esto sucediera”, dijo la noche del domingo una fuente involucrada en las negociaciones.
El intercambio de entrenadores se ha presentado una docena de veces en la historia de NBA, la más reciente en 2007 cuando el Heat recibió una compensación por permitir que Stan Van Gundy se fuera a los Magic de Orlando.
En 1983, los Chicago Bulls enviaron a una segunda selección del draft a Atlanta como compensación por el entrenador Kevin Loughery. Como coincidencia, los Hawks utilizaron esa selección (la número 31) para quedarse con Glenn ‘Doc’ Rivers.
El acuerdo permitió que Ainge trajera a un entrenador que estuviera más cómodo con el hecho de reconstruir la franquicia, algo que ahora se dará en serio. Seguramente Paul Pierce será comprado antes del próximo domingo por cinco millones de dólares, lo cual lo dejaría como agente libre. Es casi seguro que Kevin Garnett sea negociado en algún momento. Y Boston no irá a la parte baja de la Conferencia Este; con Rajon Rondo, Avery Bradley, Jeff Green y Jared Sullinger, los Celtics todavía tienen mucho talento para construir un buen equipo. Pero sus días como conjunto candidato al título han terminado.
No hay nada de malo en que Ainge trate de obtener a cambio lo máximo posible de los Clippers. Si Rivers era la gran carta de negociación de Ainge, él tenía que utilizarlo. Si Ainge hubiera logrado el negocio de obtener dos selecciones de primera ronda del draft y al guardia Eric Bledsoe por Rivers y Garnett, que fue la oferta original, tendrían que de una vez entregarle el premio como Ejecutivo del Año en la temporada 2013-14. Y no hay nada de malo con que la directiva de Boston quisiera ahorrarse 21 millones de dólares en ese proceso.
Y tampoco hay nada de malo con que los Clippers hicieran todo lo que fuera necesario para que Paul no tuviera excusa de quererse ir del equipo. Como lo he dicho varias veces, las súper estrellas pocas veces entran a las oficinas de los altos directivos o a la casa del dueño para hacer peticiones. Ellos no lo necesitan.
Los Clippers sabían lo que debían hacer para mantener feliz a Paul – remplazar a Del Negro, y rápido, con uno de los tres o cuatro mejores entrenadores de la liga. Eso fue lo que hicieron tras no fichar a Lionel Hollins, ex entrenador de los Grizzlies, a Byron Scott, ex técnico de los Nets y los Pelicans, y a Brian Shaw, el asistente técnico de los Pacers – todo candidatos al puesto en L.A. – para quedarse con Rivers.
No pasó lo mismo que con otros equipos, como los Nets, que no lograron que Boston le diera permiso en los últimos años para dialogar con Rivers.
Los Clippers están en una situación única en la historia de la franquicia. Por primera vez, ellos comenzarán la temporada como reyes de su división y se espera que les vaya mejor que a los Lakers. Ellos nunca serán como el Lake Show en Los Ángeles, pero tienen la oportunidad de ser una potencia fuerte y por buen tiempo en la región. Con Paul y Blake Griffin, ellos ya tienen a dos estrellas talentosas; ahora, ellos tendrán la misma presencia en el banco.
La presencia de Rivers le dará seriedad a los Clippers con la mayoría de la prensa local y podría ser un destino muy apetecible para los agentes libres en el futuro – no es que vayan a tener mucho dinero para traer estos jugadores después de que Paul firme su extensión de contrato de nueve dígitos en aproximadamente 10 días.
Finalmente, no hay nada malo en que Rivers se haya interesado en los Clippers. Era una calle de dos vías; tenían un interés recíproco y decidieron enviar una primera oferta a Boston y, si no hubiera funcionado, ¿quién sabe? Quizás Rivers hubiera anunciado el lunes que se quedaba en Boston. Pero eso no sucedió y la idea de Doc Rivers, tan buen persona como pocos en este juego, de no trabajar para Donald Sterling se siente discordante.
Se siente mal que, por cualquiera que fuera la razón, Rivers no vaya a estar en Boston cuando lleguen los malos momentos. De nuevo, esto no es algo que solamente le haya pasado a él; Vince Lombardi no se quedó mucho tiempo después de pasados los días de gloria de los Packers y tampoco creo que Gregg Popovich se quede en el banco de San Antonio cuando Tim Duncan se retire.
Pero esto es distinto a lo que pasó con Ray Allen, un agente libre que no estaba bajo contrato en Boston, y que se fue para los Heat. Puede que a los más acérrimos seguidores no les haya gustado, pero Allen no tenía obligación alguna de quedarse.
Rivers podía haber renunciado luego de la derrota de los Celtics ante los Lakers en las Finales de 2010, recargar sus baterías un año trabajando en la televisión, luego regresar y fichar para el equipo que quisiera. Ahí no habría problema alguno. Pero él se quedó.
Cuando Rivers firmó su acuerdo en 2011, él insistió que estaría allí por un buen tiempo, que se había resignado al hecho de que Ainge tuviera que tomar un cuchillo para desarmar su amada nómina en un futuro cercano. Y Ainge dejó en claro que gran parte de la razón por la que Rivers recibiría 7 millones de dólares por año era porque tendría que aguantar varias derrotas en el camino. Una heroica actuación en los playoffs en 2012, la cual tuvo a los Celtics a un partido de llegar las Finales, solamente demoraron los inevitable y la lesión de ligamentos de Rondo al final de la primavera pasada puso fin a ese trabajo.
Claro, Rivers tiene derecho a cambiar su opinión, seguramente porque ve la reconstrucción del equipo como algo menos apetitoso. Es solamente que los entrenadores universitarios hacen esto todo el tiempo – dejan un programa por otro y los jugadores se quedan allí, pues solamente quedan libres cuando sacrifican un año de estudio para ser elegidos. Rondo puede pedir un traspaso ahora, me imagino, pero Ainge no está obligado a hacerlo.
Más triste todavía es que éste sea el final de una de las mejores eras del baloncesto en los últimos años. Rivers lo dijo un millón de veces en sus charlas durante los partidos cuando los micrófonos de TNT nos dejaban escucharlo: ¡Estamos juntos en esto! ¡No podemos hacer esto solos! ¡Debemos confiar en el otro! ¡No tratemos de ser héroes solos!
Pero el hecho es que él dejará Boston. Esto no lo convierte en una mala persona, pero tampoco me pone feliz.
