Béla Guttmann profetizó en 1962, cuando tuvo diferencias económicas con la directiva y abandonó a los encarnados, que el club de Lisboa no volvería conquistar un título europeo. Por séptima ocasión consecutiva, la sentencia de Guttmann ha vuelto a mostrarse efectiva tras la final de la Europa League.
Jorge Jesús tampoco consiguió romper el mal fario que pesa sobre el Benfica en competiciones europeas. En 1962, Béla Guttmann revalidó la Copa de Europa que habían conquistado un año antes con un partido brillante ante el Real Madrid. La directiva no quiso cumplir con las primas económicas que había prometido al equipo liderado sobre el césped por Eusebio, el mítico jugador portugués. Este incumplimiento indignó al técnico magiar, que profetizó que los lisboetas nunca más volverían a conquistar un título europeo... Y así ha seguido siendo.
Desde aquella sentencia condenatoria, el Benfica ha alcanzado siete finales europeas, cinco de la Copa de Europa y dos de la segunda competición continental, una bajo la denominación de Copa de la UEFA y la otra ya en la actual Europa League, disputada ante el Benfica. 1963, 1965, 1968, 1983, 1988, 1990 y 2013 son los años que han quedado grabados en la historia negra del club portugués bajo la sombra del técnico magiar.
En 1990, Eusebio, referencia absoluta del Benfica, visitó la tumba en la que yacen los restos de Guttmann, pero el mal fario siguió vigente, ya que los portugueses cayeron en la final de la Copa de Europa ante el Milan con un gol de Frank Rijkaard.
Destino cruel en Ámsterdam
En la final de la Europa League, el dominio del Benfica fue notable desde los primeros minutos ante el Chelsea de Rafa Benítez, pero los 'blues' golpearon primero con un gol de Fernando Torres. Consiguió empatar el equipo de Jorge Jesús desde el punto de penalti por medio del 'Tacuara' Cardozo.
Sin embargo, cuando parecía que el Benfica tendría una segunda oportunidad en la prórroga, apareció el salto infinito de Ivanovic para volver a negarle un título europeo a la historia de uno de los clubes más importantes del mundo a mediados del siglo pasado, que sigue arrastrando la lacra en forma de maldición que Béla Guttmann profirió en la primavera de 1962.