El conjunto azulgrana sufrió una clara derrota ante un Bayern que se conformó con no hundir la moral de un Barça incapaz de mostrar resistencia en su primer partido de pretemporada. Lahm, en la primera parte, y Manzukic, a falta de tres minutos para el final, pusieron los goles en un encuentro en el que Lionel Messi solo pudo disputar 45 minutos sin ningún tipo de protagonismo.
Fruto quizás del guionista más aficionado al género dramático, el primer encuentro de pretemporada del Barcelona –todavía sin su entrenador al mando y con su columna vertebral de vacaciones- tuvo un sabor amargo en todo momento para el equipo azulgrana, dirigido por Jordi Roura en su cargo como técnico en funciones a la espera de la llegada de Tata Martino al banquillo culé.
Los jugadores del Barça, encabezados por un Lionel Messi que no parecía muy contento con la idea de tener que estrenar el año contra el actual campeón de Europadirigido por el entrenador que le hizo el mejor del mundo, saltaron al campo entre risas y bromas que se tornaron rápidamente en medias sonrisas incómodas una vez acabada la ronda de saludos con Thiago, futbolista que pocos días atrás había decidido separar su prometedor futuro del conjunto culé.
Y es que a pesar del primer intento de Messi, que robó un balón y disparó fuera en el minuto uno, el Barcelona no pudo sacar ninguna conclusión de esta primera toma de contacto en la temporada 2013-2014. El Bayern de Múnich, que se centra en aprender las tácticas de Guardiola más que en un nivel físico ya alcanzado gracias a sus partidos de pretemporada previos, llevó en todo momento el paso del partido. Desde el primer aviso de Robben salvado por Adriano bajo palos en el minuto cuatro, hasta el final de la primera mitad fue Pinto el que más veces tuvo que intervenir para evitar que los recuerdos de la última semifinal de Champions minaran la moral azulgrana. Y el guardameta, precisamente, fue el que cometió en el minuto 12 el error del primer gol del partido al quedarse a media salida permitiendo que Lahm peinara el balón llegando desde segunda línea al centro que le puso Ribery.
El tanto del Bayern ni siquiera hizo despertar los más primarios instintos del Barcelona, cuyos únicos ataques en todo el primer tiempo se limitaron a tímidas llegadas de Sergi Roberto –el llamado precisamente a sustituir a Thiago- y Tello, que lucha por entrar en el debate de la delantera que presumiblemente ocuparán Neymar y Pedro acompañando a Messi.
Un pacto de piedad
Guardiola, mientras tanto, parecía no querer hacer demasiado daño. No levantaba la voz en la banda porque no le hacía falta al ver que sus jugadores empezaban a poner en práctica las paradigmáticas paredes que impone Pep en área contraria y el toque y continuación que tanto afectaba a un Barcelona al que le parecía inútil tratar de seguir en las coberturas a rivales con un físico claramente superior.
Sin mayor objetivo que el de conducir para no encajar golpes siguió jugando el Barça ante un Bayern tan cómodo que hasta Rafinha, en un intento por hacer un favor al corazón de Pep Guardiola, fue el que más peligro generó en su propia portería enviando una cesión contra el palo. No acabó en gol y con esta jugada se llegó a un tiempo de descanso que casi ponía fin a la intensidad del encuentro.
Campeones contra niños
Consciente de que poco iba a sacar en claro de este partido y quizás también de que su puesto protagonista en el cuerpo técnico tenga los días contados, Jordi Roura se tomó la segunda parte como un tiempo de disfrute para los más jóvenes, que entraron de golpe con los once cambios realizados por el Barça en el descanso. Los Oier, Sergi Gómez, Espinosa o Kiko Femenía aguantaron con creces la dura prueba que suponía estar jugando contra el mejor equipo de Europa en la actualidad, si bien fue el Bayern el que también decidió bajar el ritmo al partido dedicándose a tocar sin generar peligro desde el centro del campo.
Como había pasado con Pinto, las principales apariciones del segundo asalto fueron las de Oier, guardameta azulgrana que repelió con acierto las pocas llegadas de peligro del segundo tiempo protagonizadas por Thiago o Ribery, cuyas salidas del campo pusieron el final definitivo a la diversión sobre el terreno de juego. El segundo tiempo, eso sí, permitió a Guardiola sacar algo en claro de los experimentos con su amplia plantilla gracias a un gol de Mandzukic a pase de Pizarro que ponía el 2-0 definitivo que, a decir verdad, satisfacía a ambas partes.
Al final, pocas o muy pocas conclusiones se pudieron sacar de un encuentro que sí dejó establecida una idea para el inicio de esta nueva temporada. El Bayern de Guardiola asusta y este Barça tiene miedo.
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