No es Jesé por ser Jesé, que también. Es Jesé como chaval de 20 años que con su calidad y su rendimiento cuestiona toda una filosofía de entender el fútbol. Un jugador que pone en jaque a una directiva, la blanca, empeñada en coleccionar los cromos más caros del mundo sin dotar al Real Madrid C.F. de un modelo lógico, similar al que los blancos tenían hace ya unos cuantos años.
Cuestión de gustos. El “modelo” desarrollado por Florentino Pérez contará con el apoyo de un buen puñado de aficionados y de muchos medios de comunicación. Tener a los mejores futbolistas del mundo es un lujo, pensarán los hinchas. Y te proporciona portadas infinitas, razonarán desde la tribuna de prensa. No les falta razón, aunque la ecuación desembolso económico-rentabilidad en títulos arroja un saldo negativo, por más que se le quiera dar la vuelta a la tortilla.
Calladitos hasta la desesperación, otro grupo de aficionados se contentan con una buena dosis de añoranza y aprovechan la más mínima oportunidad para recuerdan a sus amigos en los bares que el Real Madrid no era eso, que los blancos tenían una base de cantera y jugadores nacionales provenientes de cualquier lugar de la península. Y luego estaban los extranjeros, que llegaban para complementar al equipo, sin ser los mejores y más caros futbolistas del planeta. Eso, lo de fichar a golpe de talonario, era más bien cosa del Barça, que lo mismo se traía a Johan Cruyff, que a Maradona, que a Ronaldo, que a Ronaldinho.
Cada gol de Jesé resuena con fuerza en la cabeza de este grupo de nostálgicos que reconocen que ver jugar a Figo, Zidane, Ronaldo, Cristiano o Bale es una pasada, pero que en el fondo, cuando después de un partido cualquiera rebobinan junto a la almohada lo que han visto en el césped, se preguntan si es necesario semejante dispendio para tener un equipo competitivo en la Liga y en la Champions.
Quizás Jesé tenga la oportunidad de cambiar la mentalidad de Florentino Pérez. Al fin y al cabo es su ojito derecho. Jesé y el baloncesto, ahora convertido en prioritario cuando en otros tiempos negros nubarrones se cernían sobre la sección. Una sección hecha a la antigua usanza, con una base de excelentes jugadores nacionales y un grupo de foráneos que no son los mejores jugadores del mundo, pero complementan a la perfección a esa máquina de ganar y de disfrutar que es el Real Madrid de basket.