Copenhague y Porto se jugaban en Dinamarca muchas de las opciones de estar en octavos de final en el mes de febrero. Con el Leicester en cabeza de grupo, portugueses y daneses tenían un partido a cara de perro y el miedo se notó desde el principio.
La primera mitad fue con ritmo flojo y carente de ocasiones, con demasiado respeto por parte de ambos equipos, sabedores que un error podía ser fatal. Con el 0-0, como no podía ser de otra forma, se llegó al descanso.
El miedo siguió presente en la segunda mitad, la igualdad era máxima y ningún equipo concedía un milímetro en campo propio. Los de Nuno buscaban salir a la contra, mientras que el equipo local trataba de mantener el balón en su poder, pero ninguno de los dos consiguió hacer daño.
El 0-0 final beneficia al Porto, que dependerá de si mismo en la última jornada para acceder a octavos de final.